lunes, 17 de mayo de 2010

Por si el corazón se escapa preparo la partida. Es un regreso en vena, un desafío al ritmo de las ramas en un fondo azul con nubes. Como pretexto derramo en las aceras el perfume de los pasos que no son descubiertos y me desprendo de los avalorios, del peso de lo efímero que oprime las alas hasta el límite.

sábado, 24 de abril de 2010

He encontrado una sonrisa colgada de un árbol. Me habló del tiempo en silencio y de las noches que, cuando no se agotan, duermen y se precipitan a lo imprevisible en un baile ritual con la mano que acaricia y la mirada que induce al desconcierto. Pero no tuve tiempo de saber si la necesidad misma de sonrisa era un refugio en la tormenta o la intransigente melancolía.
El amante corrió la cortina y esperó. No amanecía.

viernes, 23 de abril de 2010

A menudo me esfuerzo en recrear vivencias cuyos bocetos están en mi cabeza, desarrollarlas para revivirlas. Entonces me ofrezco en sacrificio a las palabras, para que desde mi reconstruyan el universo que no alcanzo. Las palabras han sido siempre mi albergue preferido, en ellas me pierdo y me encuentro, con ellas mantengo el secreto y miento o digo verdades, en ellas me interpreto. Son mi salvoconducto y mi escudo, la pasión, son lo accesible y lo imposible. Ellas se dejan llevar, se ofrecen, se hacen río que desemboca en un mar con muchos ríos. Allí se confunden las aguas de unos y otros, gritos alborozados, suspiros, risas, miradas, gestos, estaciones. Consonantes y vocales entremezcladas sin sentido, expresiones fugaces, imparables, exactas pero no reales. De no ser por ellas, las palabras, otro sería el devenir de mi existencia. En momentos de calma encontré en el bolsillo morfemas satisfechos, en la excitación mutaban hacia lo indeciso, pero siempre a mi lado. Pude saber del dolor, del amor, la pena, la nostalgia, la alegría, la amistad, la guerra. Y pude dialogar conmigo mismo sin el deber de enfrentarme a quien soy. Las palabras fueron siempre, el rival que me motivaba hacia una victoria infalible, mi excusa a veces. Ellas tenían el poder de ser mi yo, de decir lo que mi voz era incapaz. Mi voz rara vez expresa lo que siente, pero desde el anonimato de la palabra escrita, esa misma voz, muda acaso, es un cuerpo retorcido que entra y sale desde lo más profundo a lo más superficial, que disimula y corrige aquellas reacciones que no controlo y me permite la supervivencia.

miércoles, 14 de abril de 2010

Del humo salieron unos ojos pendientes y una sonrisa que apenas tuvo tiempo de caer y ya había sido recogida en un cántaro blanco, reservada para el experimento final. El sabio, sentado, recordó aquel día de molinillos en los rápidos del arroyo y los árboles frontera del río. Supo que estaba a punto de descubrir al hombre. Su mente corría, en su imaginación lo veía andar, subir las escaleras, parar frente al estanque y mirar el horizonte. Era pequeño, suave, y a la vez fuerte y generoso. En sus bolsillos guardaba el secreto para convertir lo cotidiano en excepcional, lo racional y lógico en banal e innecesario, lo insignificante en vital, la lluvia en fuente fresca, el recelo en sorpresa y algunos silencios en armónica canción de tempo detenido. De sus labios salieron flores recién regadas y un olor a menta con limón fresco y reconfortante. De una sonrisa puede salir todo eso, puede venir acompañada de lo inimaginable, también de lo sublime. Es contagiosa.
En aquel pequeño tubo aparecieron entonces historias contadas, cuentos de caballeros quijotescos y bailes nocturnos en la hoguera. Aparecieron olas de mar cabalgadas por peces juguetones, cristales de colores invitando a mecerse en el arrullo de un momento de calma. Aparecieron esferas gigantes y un racimo de frutas salvajes colgando de los dedos blancos y pequeños, marcando el ritmo y absorbiendo lo que quedaba de día antes de que fuera tarde.

El sabio supo de pronto. Sin descubrir supo. Y no pudo olvidar, ya no quiso olvidar.

jueves, 8 de abril de 2010

Teresa estaba arriba, sola consigo misma. Esperaba. Se sentía observada por rostros en blanco y negro que, desde la pared eran testigos de encuentros y fugas. Fotografías estáticas pero vivas que trasladaban la mente a noches de sudor y sentimiento. Miradas en guiño, manos que acarician instrumentos absorbiendo las vibraciones y trasladándolas al gesto. Mañana, temprano, Wait Mathews se sumará a la corte, frente a la escalera de madera con barandilla torneada, justo en frente. Podrá observar los transeúntes a través de la cortina transparente, podrá ver la lluvia, sentir el frío que entra por la puerta. Será testigo de manos que se acercan. Aquella blanca que ahora se esconde en el guante de cuero, la otra recia, asiendo con fuerza el paraguas. La caricia de aquella otra, trémula, sujetando la puerta con delicadeza, como no queriendo entrar. La que se posa en la otra piel en busca de calor. Las manos cuando menos reflejan el estado de ánimo, son la radiografía de lo que el rostro no es capaz de decir cuando las palabras se ausentan. Ese era su sitio, su parcela de historia, el reflejo de su existencia y el eco de sus melodías.
Hoy también vestía la falda larga. Martín tenía debilidad por las faldas largas y ella lo sabía. Estaba distraída, perdida la vista en ninguna parte. De la taza salía una diminuta columna de humo. El vapor. Té verde con limón y miel. Así de complicada era Teresa. Té verde con limón y miel. El pelo resbalaba por su cara y escondía las ganas de decir. Martín recordó aquella noche en la discoteca Paradise. Ella llegó con el aire subido en los hombros, mirando alrededor, sola. Él estaba ausente. Se acercó y el perfume desempolvó en sus pituitarias una alerta. Cuando se miraron la calma fue total. Ella mantenía la sonrisa. En el reservado le contó la importancia del lenguaje de las piedras, de la arena, las rocas, el agua. Todo estaba escrito en la piel de la tierra. Todo el pasado. También el presente y seguro el futuro. Al pensar en el futuro regresó al pasado, como excusa para mantenerse en el presente. Las paredes oscuras de la discoteca eran, para él, el corte perfecto, allí encontraba los signos precisos para mantenerse en guardia pero vencido. Se sentía perdedor agradecido, emocionado y débil ante unos ojos alegres que desde la penumbra le observaban. En la oscuridad, sentados en aquellos butacones de skai rojo, ella escuchaba. Allí le contó de las grandes glaciaciones aocámbricas y de los eucariotas microscópicos, la aparición de los invertebrados marinos y los primeros peces. Le contó como surgieron los anfibios y la formación de los grandes bosques del carbonífero. De Pangea, el continente único y como en el Jurásico empezó a separarse. Le habló de los cocodrilos y tortugas del Eoceno, del homo habilis, del sapiens. Le habló.
En el reservado de la Paradise conoció a Teresa y dos años después tiene pendiente decirle que ella se queda, que no dejará que se marche, que todo gira entorno a ella y que los trece mil quinientos millones de años del sol, le parece menos importante que dos minutos de su sonrisa.
Teresa sonrió.

miércoles, 7 de abril de 2010

Trece pasos no eran un motivo, eran mas bien una necesidad y se aferraba a ella como quien no quiere dejar que el alma escape. Eran la constatación de que el tiempo transcurre, la irremediable imposibilidad de calma. Antes, cuando el ruido de los motores impulsando los coches que se enfrentaban al cambio inesperado de rasante no era más que la rutina de la cual nutrirse y tomar aliento, existía la distancia pero no la medida, existían las voces por el patio de luces ascendiendo con el cansancio de una mujer de negro que ya no quiere saber si hubo guerras y a la que le importa el olvido, la ida y no el regreso. Voces que alimentaban la imperiosa necesidad de las presencias que se traducían de nuevo en voz, o en susurro y algunos silencios, como si el círculo fuera la verdadera alma de la existencia. Pero ahora son trece los pasos que sustituyen a una escalera in crescendo, oscura y con recuerdos, preludio de los miedos y las penas. La oscuridad ha traspasado los umbrales de la puerta apoderándose de la energía vital de un pasillo largo con paredes desconchadas y cicatrices en el techo en donde el tiempo se hubiera detenido a poco que lo intentara, donde la mujer de negro, la vieja, ni siquiera trata de descifrar el significado de los silencios ni la fragilidad de un día de agosto atenazado por el calor sofocante que, desde el río, sobrevuela tejados y corona la ciudad con el manto gris característico de los momentos de indecisión.

martes, 6 de abril de 2010

Es de suponer que alguien, cuando decide escribir sus memorias, o bien tiene muchas cosas que decir o poco tiempo. Pero no es menos cierto que muchos han utilizado este pretexto para sacar lo que no entendían o para recordar lo que el tiempo ha ido borrando con esa languidez propia de la niebla que ha recorrido la infancia. No sé si la falta de recuerdos es algo común a todos los humanos o si es un caso excepcional o esporádico. El comentario habitual de que los recuerdos, con la vejez están más claros, en mi caso tiene dos lecturas o, mas bien tres. Uno, es mentira, dos hay poco que recordar. Tres: no soy viejo.
Pero siento una necesidad a veces apremiante de recordar. Es como si necesitara saber quien soy y de donde vengo. Una frase muy socorrida es la de que “no hay que olvidar de donde se viene”. Lo creo con toda firmeza pero, después de pronunciarla, cuando el eco de su significado revolotea a mi alrededor, me pregunto de donde vengo y no sé que contestar. Incluso a veces tengo las impresión de haber creado un pasado, de haberlo incluido en mi como parte de lo que soy, haberme adueñado de él. Una sensación teatral de mi pasado.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Fue una sustitución inicialmente sin trauma, consentida o ignorada. El hombre, a veces, tiene el poder real de ignorar lo ingrato en un acto de sobrevaloración del ego irracional que le posee. Pero de la ignorancia surge primero el recelo, la desconfianza, el temor que da paso al terror o a la fobia. Entonces es el mismo hombre quien intenta designorar como si todo lo pensable fuera realizable y real. Comprende que designorar no es lo mismo que conocer y así sucumbe ante la imposibilidad de dominar, convirtiéndose en ser vulnerable y sin recursos, a la deriva en la oscuridad secular de un pasillo largo sin cuadros colgados ni formas, ni cristales. Un lugar lóbrego y sobrecogedor en el que no queda el rescoldo de la madre ni la filigrana de un niño en la penumbra. Un vacío atorado en la garganta en constante interrogante, resguardándose de la sin razón del hombre que no entiende, de la inconsciencia que amenaza con destruir la magia de la luz con la que trazar caminos nuevos por los que transitar recuerdos.

martes, 23 de marzo de 2010

El gordo (fragmento)

A veces las reuniones del sindicato eran insoportables. A menudo me preguntaba ¿que me había empujado a estar allí?, ¿si aquella era una guerra en la que yo tenía que jugar algún papel?. Mi guerra. Yo solo pretendía estar tranquilo, aprovechar las horas muertas para dar un sentido a mi vida y perderme en sueños e ideas que circulaban por mi cabeza. En el sindicato se discutía de lo banal, lo superfluo, de la nada. La importancia de renovar las fachadas, el acondicionamiento de los cuartos de baño, la estética de las barandillas. Todo eran pretextos para justificar actuaciones de suyo delictivas.
Recuerdo de manera especial el día que inspeccionamos el tercero izquierda. Recuerdo los ojos de la vieja, sus manos arrugadas, la falta de expresión, la indiferencia, el olor. La vieja. Supongo que la vejez es un estadio de la evolución en el que ya se tiene un conocimiento pleno de lo que es la vida, ya no importa ni la muerte.
Aquella vieja sabía que la oposición, la pregunta, la negociación, cualquier expresión carecía de sentido porque en frente estaba la sin razón, la subsistencia, la búsqueda del aliento que permitiera una existencia fugaz. Ella poseía la verdad, su verdad, inexplicable y sencilla. La vida era lo que ya había sido, lo que quedaba detrás de la espera, aquella contribución al desarrollo de la especie. Desarrollo. Especie. Cada vez que estas dos palabras se unen se desparrama un ácido alrededor y duele.
Tal vez todo era un error. Ni siquiera estoy seguro de que la subsistencia merezca la pena. Pero en casa esperan mi regreso y en la espera se incluyen las buenas noticias. Hace tanto desde el cambio que ya no sé si hay odio, ternura o desespero. Ojalá sea un paréntesis
Es inevitable recordar aquellos años de polvo y agua, de cansancio extenuante, de maldiciones hacia la autoridad explotadora. ¿Y ahora? El sistema roto, un ejército de obreros organizados para imponer su criterio. Una masa enfurecida fruto de las ansias desmedidas. ¿Somos una imposición social o un fascismo profesional?

miércoles, 17 de marzo de 2010

Lloran con toda su energía, mojan las calles y purifican el espacio, se obsesionan. El imperio se duerme mientras ellos alzan los brazos. Las masas se esconden detrás de los buzones. Al mismo tiempo el tren de las cuatro saluda, frente erguida, al Dios sol. Latigazo. Demasiada costumbre, demasiado debate y demasiadas siluetas. Detrás de los matorrales siempre se encuentra un pretexto para sobrevivir; a veces incluso la solución para el cosmos aquejado de "virus deficientes". Los reyes y las mazmorras juegan al póker mientras se descorren todas las cortinas para descubrir a los amantes agazapados en las esquinas, sus cuerpos desnudos y su deseo incontrolable. Los pecados capitales, sin duda.
De pronto sienten pánico, saltan, ríen, se abrazan. Cerveza de calidad. Puede oírse la carcoma, la ira de los dioses. Joven muerto en accidente de moto. Colores, sonidos, luego silencio. Los telescopios montan guardia.

sábado, 13 de marzo de 2010

Me hechiza su silencio:
paloma triste.
Me figuro tu cuerpo
en la oscuridad inmensa,
en plenitud
silenciosa
y sorbo de tu néctar.
Me vierto
en ti.
Te bebo.
Te beso.
Te bebo.
Te beso
Te anudo
a mi garganta
con sogas de oro.
Me pierdo en ti
como en océanos grises.
Paloma triste con alas
de sol y de viento.
Paloma sabia
e imperturbable,
perfecta.


TU NOCHE SE TIÑE DE PLATA
Y PASAN SILENCIOSAS LAS ALAS
Tres lunas ya de nacimiento
y acariciando estas ya lo infinito.
Corres por el bosque y vas trenzando versos,
A tu alrededor se alzan murallas,
y una sonrisa breve pero sincera,
y una mirada corta pero sublime,
como si miras luego por la ventana
y se te acerca un hambre de lo eterno.

lunes, 8 de marzo de 2010

Hojas como la necesidad de un reencuentro.
El otoño de las aceras
inevitable en medio de la densidad del aire.
La hipérbole de la sonrisa
cruzando los laberintos,
la sed saciada de los ausentes,
el brazo alzado como pretexto
de la guerrilla impuesta a los difuntos,
la infamia, el desconsuelo,
una parca indiferencia con siluetas
de la que deducir
en poco tiempo
el cómo de la luna que se aleja.

viernes, 5 de marzo de 2010

Los decorados estan a punto, las luces, las tramoyas, butacas, cortinas. Los preparativos, los ensayos, el maquillaje...todo en perfecto estado de revista. Es de noche, llueve a ratos, caen hojas. Amanece. La gente espera sentada en la escalera, la puerta está cerrada, hay silencio. Ya no queda más que la memoria de la luna. Ya solo resta el día.
Se abren las puertas y suenan músicas en fuga, o en retorno. Los colores se mezclan, se distorsionan, se acumulan, se abrazan y se besan. Es la fiesta de la luz que se refleja, el ir y venir de los objetos del amarillo al rojo.
Aparece despacio: la sombrilla blanca con topitos negros frente al verde esmeralda, flanqueada a ambos lados por los ocres, guardada su espalda por el otoño difuminado, todo sobre un fondo arena tostado que lo resalta. Se acerca con la lentitud de un malva en pensamiento que mira de reojo los azules frios y distantes. Alrededor los grises, los verdes, los rojos, negros, naranjas, violetas.
Levanta la mano, sonrie y descansa. Observa, escucha y se confunde con una hoja de parra que baila desenfadada. El spiker la señala con un dedo pálido en demasía. Los corazones en rojo abierto sufren la intriga. Hay un grito en una esquina y vuelve el silencio.

- El jurado se mantiene en su decisión...

El jurado es una especie de pasteles que se escurren de esquina a esquina persiguiendo el ir y venir de las acuarelas juguetonas.

- ... El jurado quiere hacer énfasis en...

¿Cuál es el color del enfasis? Líneas simétricas rojo, morado, naranja, morado, rojo, morado...

- ... énfasis en la capacidad armonizadora...

Pasa muy rápido, es la armonía en grises perla fugandose hacia los ocres monte otoño, la armonía de los sin papeles, de los sin techo y de las bocinas, de los santuarios con peregrinos y las mazmorras libres de verde esperanza. La armonía en ropa interior, filtrados los colores carne entre los negros, rojos y blancos de la lencería huyendo.

- ... La capacidad armonizadora que le ha permitido recuperar...

El már me recupera de la indecisión y el miedo. El aire me recupera del vuelo hacia lo interno. El sol me recupera del recuerdo de la noche.

- ... Le ha permitido recuperar sensaciones que habían sido olvidadas.

El olvido no tiene color, es la ausencia de luz, el no reflejo. El olvido nos permite sugerir lo que no existe. El olvido es la memoria anestesiada, la piel sin cuerpo, el viento quieto. El olvido no tiene sensaciones, ni caras, ni rocas con las que golpear el horizonte. El olvido es la serie final de la paleta, siempre vacía.

- ... Ha sido preciso observar muy detenidamente su labor...

Newton dice que el color reside en nosotros mismos. El color dice que Newton reside en nosotros mismos. Nosotros mismos decimos que Newton reside en el color. El color dice que nosotros mismos residimos en Newton. Newton dice que nosotros mismos residimos en el color. ...Nosotros mismos residimos en el color...Nosotros mismos residimos en el color... Nosotros mismos ... en el color.

- ... centrada en el estudio de los colores, su composición y combinación aplicadas a...

Una sombrilla blanca con topitos negros. Otoño difuminado. El corazón en rojo abierto. Grises perla en fuga.

- ...aplicadas al tratamiento de la soledad urbana en calles anchas.

Ancha la sonrisa, el lamento, la euforia, la luna que me abraza. Ancho el corazón que se me escapa y los dedos que lo atrapan.

- ... De sus estudios se desprende...

La vida se desprende entre moreras de colores cambiantes, entre rosales con la luz en bloque, entre formas transparentes a lo lejos.

- ...La necesidad vital de aumentar la dosis de color en las sonrisas...

Y el hombre que dormía alzó la mano, rozó la bombilla y volvió a serenarse.

- ... Para conseguir que el hombre, y la mujer, se estremezcan más a menudo.

sábado, 27 de febrero de 2010

LUCY

Desde el paso por el volcán las nubes no dejaron de llorar. Caminaron bajo la lluvia con decisión. Nunca antes había ocurrido algo similar. Durante periodos que parecían eternidades, ni una gota de agua caía sobre la tierra. Nadie, en ningún momento optó por el regreso. El código de actuación no contemplaba esos cambios climáticos capaces de hacer que las raíces recuperaran su frescor nutritivo. La tribu partía con el punto final grabado. La genética como brújula. No había motivo para revisión ni duda. Siempre al frente, al norte, guiados por el olor fresco que aparecía en alguna parte.
Bajo la lluvia encontraron al resto del clan. Descansando al abrigo de las rocas de granito que sobresalían en algún punto del camino. Siis permanecía de pie. Sus años no eran excusa para ocultar su poderío y responsabilidad. Rem emitió un gruñido que podría ser un saludo y recostó su cuerpo en la piedra. Lucy estaba sentada mientras Aust dormitaba entre sus piernas.
Emprendieron la marcha cuando más agua se derramaba. El ritmo era más lento que el impuesto por Rem. El grupo se movía más pesado. Entre las rocas erosionadas por el viento y las lluvias, el cauce apenas se apreciaba. Rem recordaba las últimas migraciones, recordaba los chapuzones divertidos de los jóvenes en el agua, el sol asomando detrás de la gran roca momentos antes de percibir la llamada de Siis. Caminaban por los cantos rodados, cerca de la roca, por donde siempre habían caminado. El sonido de las piedras bajo sus pies aparecía amplificado y ascendía. Vieron como un ave sobrevolaba el río.
No tardarían en salvar el último escollo. Un paraíso de frescor. Las paredes verticales, desde la distancia, parecían ir acercándose como dos mejillas en busca del contacto. El camino se hacía mas angosto y empinado, pero más fresco y agradable. En anteriores viajes las enormes rocas en el lecho del río se adornaban con musgos verdes e insectos revoloteando. Nunca el cauce había estado tan escaso.
El ave desapareció tras el ruido y no volvieron a verla. Un sonido de troncos y ramas rompiéndose dio paso al estrépito total. No hubo tiempo para la reacción. El instinto obligó a Lucy a cobijar el cuerpo pequeño de Aust que luego la corriente arrebataría de sus brazos sin fuerza. Manos y pies golpeaban las rocas provocando ecos sordos, amortiguados por el agua. El cauce era ya un mar embravecido por el que rocas, lodos, maderas y ojos asustados navegaban a la deriva y en el que encontrarían reposo muy pronto los pies cansados de la tribu.
Hubo un momento de lucidez mínimo. Imágenes apresuradas que remitían a Pontye Arniao. Deseos de búsqueda, ansias de contacto. Surgían silencios en medio de aquel laberinto de cuerpos y ramas. Los silencios que preceden a la desesperación. Luego, como dos colosos desplomándose, aquellas paredes frías, altas, brillantes gritaron pretendiendo prevenir. Pero los silencios son imperturbables. Las rocas, al caer, dibujaban en el agua surtidores que competían en altura. Por un momento asomó un rostro en superficie y desapareció sin rastro.
Las nubes lloraban un llanto de muerte. En el viento los olores del norte. En la distancia la lava enfriándose, guardando en sus entrañas el paso del tiempo y el recuerdo de la última cópula.

martes, 23 de febrero de 2010

Detuvo las prisas. Aquella era, tal vez, su forma de protegerse de los arrebatos. Un instante inmóvil, desviando la mirada de su línea natural, inmersa en la voracidad de una bocanada de aire que remite a la quietud.

Ojos negros poblando la sonrisa. Manos inquietas entre las ropas. El tiempo detenido en un rincón sin sombra, con el murmullo próximo del agua en las acequias.

Ella merodea las cimas y regresa al reencuentro con lo humano después incluso de haberse comparado con los dioses. Recupera la verticalidad con un suspiro e inicia la marcha con un do menor séptima agudizando un silencio pasajero.

How deep is the ocean?

martes, 16 de febrero de 2010

Tengo una leve sensación de estar perdido. Y estoy triste, sin querer que la tristeza sea contagiosa. Es una tristeza que sale a veces y nada tiene que ver con nadie más que conmigo mismo. Una tristeza blanca en la que aparecen imágenes del pasado y se borra un poco el presente a la espera de más vida si es posible, o de más luz, o de más brisa, o de más aire que respirar, o de más armonía o besos
Una tristeza capaz de detenerme y esperar a que reaccione, nada dolorosa, pero triste al fin, casi como una lagrima, casi como un sollozo.
Entonces vuelo un poco más alto y dejo que pasen debajo de mis ojos las lagrimas que un día no quise verter y siento que es bueno llorar, dejando salir esos trocitos de mi que me faltan
Algunos lo entienden, otros no. Y aparecen ellos, los que están y los que no. Los que solo me dicen palabras tibias y los que desde lejos me están amando.
A veces la tristeza te concede ese placer, el del recuerdo. Otras te deja desposeído del espíritu que siempre te acompañó y sabes que es mejor el silencio, para no contagiar al mundo, porque el mundo es más vulnerable que tu mismo y es misión particular cuidarlo para poder vivirlo.
Los locos son así, pequeñitos y gorditos, capaces de lo más bello pero también de lo más triste. Es mejor no escucharlos porque son contagiosos y pueden ser dolorosos.

sábado, 13 de febrero de 2010

El milagro se produce cuando el recuerdo aparece. Descubres que cuando alguien busca todos buscan pero todo es tan intermitente que los datos, como en una horrible confabulación, se atraen y te atraen hacia una nada desconocida y perturbadora. Suso de Toro emprendió el viaje que quise emprender y llegó al mismo resultado que mi no partida.
Al final, desde lo desconocido, siempre surge la necesidad de demostrar que existes y existieron, pero importa más demostrar sin más. El hombre quiere demostraciones que le acerquen al Dios en el que no cree. El hombre necesita demostrarse a si mismo que la existencia merece la pena y busca en pasados y presentes un haz luminoso por el que desalojar todas las cuestiones.
La búsqueda es el motor que le impulsa a no dejar pasar las horas delante de las ventanas y recogerse a meditar en lo imposible antes incluso de despertarse. Pero lo imposible no siempre se aparece en forma de sueño, a veces es memoria perdida o ansias de saber, respuestas a preguntas que no se han formulado porque la búsqueda misma las va generando.
Y cuando una pregunta nace no tiene claro que desee respuesta, pero si aparece se convierte en milagro y provoca la euforia del reencuentro con uno mismo.

sábado, 6 de febrero de 2010

Cesar

Veinte años son ya mucho tiempo, cada uno de ellos ha pasado dejando un poco de caricia pegada a nuestra piel, han traido la risa de la primavera y color de las flores ya marchitas en otoño; han dejado pasar frente a los ojos imagenes del cosmos en desánimo y al final han vuelto a sentarse a nuestro lado en el banco de madera junto a la iglesia. Veinte años no son pretexto para echarte de menos. Veinte años como quien sube al tranvia y ve pasar ventanas con cortinas, buhardillas con sonidos, ojos detras de escaparates y la luna en pie de guerra.
Al subir, ayer, despacio, te vi sentado en la escalera, esperandome. Tenías en la mano el brillo de los siglos como alimento y mantenias los dedos apretados en espera de alguna pregunta que no llegó. Nos miramos con aquella forma tan nuestra de mirarnos y apenas con un guiño nos metimos de lleno en la posibilidad de crear. Siempre la mano cerrada, saliendo por entre los dedos los rayos de luz que aun hoy ¡ ya veinte años! me iluminan la sonrisa.
Tengo que admitir que me he distanciado y necesito ahora volver a estar más cerca. Reconozco que no siempre estuve contigo y que casi he llegado a olvidarte. Al final siempre volvias con tus rizos despeinados a sentarte en la escalera, la mano cerrada brillando.
Desde aquel casacrón de pino que queria ser barco hasta las olas que han partido, siempre tu presencia fue una lucha. Demasiadas guerras en tu figura pequeña. Demasiado silencio te ha rozado de cerca. Demasiada vida para digerirla en un instante. Siempre tu presencia fue una lucha y en ella no sé si ganamos o perdimos. Te has ido un día con la mano cerrada brillando. Me quedé detrás, mirando tu estela y en reposo. Pasaron las canciones a mi lado y se formaban grupos de ilusión que te aplaudía. Un día no te vi y tuve miedo. Necesitaba buscar el destello de la mano cerrada para guiar un poco los recuerdos y adecuarlos a mi mismo. Somos un recuerdo constante atando los zapatos.

jueves, 4 de febrero de 2010

Cuando anochece se estremecen los pensamientos y reviven como ave fénix desde el polvo. El hombre cansado desata un remolino a su alrededor para protegerse de la metralla pero nada puede evitar la inseguridad. Se hace imposible resucitar lo sublime cuando se ha recorrido el largo trecho que separa la palabra del gesto. Seguida de una mirada la palabra recalibra la situación y la reconduce hacia estadios más seguros, pero ocurre que no siempre el oído percibe el calor de los sonidos y la mente, contagiada, se ve incapaz de razonar cuanto alrededor se teje. Álvaro, en el trance de la desilusión, ensimismado con la imposibilidad de reencuentro, atrajo las manos hacia el pecho y las mantuvo secretas para no pecar. Se impregnó del olor que circunda la soledad y el desánimo. Se vistió de pasado para revivir. Mientras las luces se apagaban, el viento atesoraba la torpeza de un tropiezo en la nada y se diluían en el espacio los trazos de un cuerpo, el mismo que en las noches de insomnio, en el pasado, mostraba sin recato la desnudez traslúcida de una mujer, de un soplo

martes, 2 de febrero de 2010

5 €

El despilfarro no es precisamente la madre de una economía de positivos. Cabe esperar la máxima rentabilidad de todos los valores y sobre todo, como miembros de un sistema de consumo, debemos conseguir que tal rentabilidad no merme ese cúmulo de necesidades que descansan a los pies de la cama.
Es por eso que la propuesta de gasto (5€) lejos de convertirse en una ilusión, se ha vuelto pecado. Con 5€ podría….. podría…. La tentación de la carne, un algo de ludopatía, deportivo subido de grados, cena y champagne….

Señores, ¡por dios!, rentabilidad!!!!

He buscado secadores de pelo, cochecitos a pilas, manuscritos de Gandhi, entradas para el cine, Revistas porno, utensilios de cocina, jabones para el baño, collares y pulseras, viajes a la luna, cremas para el cutis, bolígrafos de colores, agendas de negocios, diccionarios ingles-mongol, sacos de basura, películas de video, espadas samurai,…..

¡5€!

Ya por nada nos piden 5€ aunque nada cueste ya 5€

Y de pronto te encuentras con la paradoja: Poesía. Los poetas, esos seres bajitos y con pelos son capaces de crear algo cuyo precio en el mercado es menor que el de un abre latas, un sacapuntas, unos palitos chinos o la última cinta del Fary

lunes, 1 de febrero de 2010

Lluis

El mar no tiene nombre. Es mar. Y espera impaciente el tacto de tu piel, la caricia de tu mano que explora el aire que regalas, el nombre que le falta y que pretende colgar en su solapa. El mismo que llevas en la tuya, con el frescor salado de una brisa abriendo puertas: la puerta de lo bello, el balcón de lo sensible sobre las olas quietas.
Te precede la sonrisa y tras ella un olor a miel que nos inquieta cuando cruzas la calle, cuando alguien nos dice en voz muy baja secretos que sabemos, cuando encontramos de frente el lenguaje de tus ojos apenas superados en belleza por largas carcajadas que acompañan un giro de tu cuerpo, cuando descubrimos tu urgencia por ponerte de pie y ver el mundo desde la altura.
Todo son pretextos para seguir queriéndote. Descubrir un diente adornando tu sonrisa, observar tus muecas con el sabor dulce de un helado que descubres, aquella mariposa que hemos visto en el jardín, un sonido en el silencio…
Nos compromete seguir con interés la aparición de tu segundo diente, los progresos con las palabras, tus miradas, tu caminar, los llantos, las risas. Nos intriga saber cual será tu color preferido, en que mano llevarás la alegría, cuanto tiempo pasarás mirando al mar. Nos emociona descubrir en tus caricias el sentido de la vida, alargar la mano y rozar la tuya como un ancla que sujeta nuestro barco evitando la deriva. Nos impresiona que estés aquí, en el centro mismo de nuestras vidas, referente de la belleza necesaria.

sábado, 30 de enero de 2010

Hoy los poemas huyen;
no sé si sabré
hacer los deberes del colegio.
No tengo más palabras que una
y me niego.
Han de ser las palabras las que vengan
a decirme
al oído
lo que hoy siento y ayer sentía.
Las palabras que traen formas de colores largos,
las palabras que traen lo que saben,
lo que hoy
sabemos.

jueves, 28 de enero de 2010

Préstame el color de las montañas
para pasarlo a sepia
y en el marco gris de una guirnalda
colgarlo en la pared de mi deseo.
Acércame la luz de los meandros
que alumbren lo que aun no ha aparecido.
Desbócate en la fauna de los bosques
que aun no siendo noche ya hace frío.

miércoles, 27 de enero de 2010

Prefiero no saber cual es el límite.
Prefiero no sentarme a descansar.
Prefiero no perderme en las mareas.
No quiero que en el fondo de la nada
se pierda este silencio
ni vuelva a ser pasado este presente
ni tenga que perderme en el entorno
que tanto me atormenta.
Prefiero que te calles si con ello
rompemos los tabúes de la raza.
Así, por fin, tendremos tiempo
de darnos ese beso que esperamos,
antes del alba nueva y de la nube
que nos rodea ahora.

martes, 26 de enero de 2010

Otra vez como después del silencio.
Otra vez mirando arriba:
llueve en las nubes
pero los ojos están secos y no manan.
Me gustaría llorar un poco.

lunes, 25 de enero de 2010

Hoy he colgado el corazón del mástil de la antena.
Hoy he mirado
pero arriba había nubes
que sellaban la sonrisa
de aquel hombre.
Hoy he pensado en ti aun más despacio
y al no verte supe
que cada paso andado era una muesca
grabada en el bíceps de mi brazo.
Hoy te he susurrado
y, si has estado atenta,
habrás oído un tono
suave
rozando tus oídos
y deteniendo el aire con suspiros.

sábado, 23 de enero de 2010

Quiero saber que aun te acuerdas
pero dudo.
Dudo del aire que nos separa,
de la luz que no trasluce,
de todo este silencio
que al no saber si estas es tan tremendo.
Me gustaría perder un año
de mi vida en nada
para después pensarlo
y darte un beso.

miércoles, 20 de enero de 2010

Cuerpo, como la cadena que pesa
y pende desde el cielo.
Cuerpo simple, anagrama
del cuerpo mismo en beso.
No sé si el cuerpo es cuerpo
cuando se va,
ni sé si va a ser cuerpo
cuando vuelva.
Cuerpo, sin duda, ahora
¿Pero mañana cuerpo?
Esa chica tiene la sonrisa esculpida en un misterio:
Primera campanada.
Los hombres han salido en busca de su dueña:
Primera campanada en compañía.
Silencio,
no todo es el silencio.
Me vuelvo a ver lo que ha pasado
y al final quedan sonrisas en la escalera.
No importa si mañana llueve:
el camino es largo o corto,
el futuro se rige
por el color de pelo de la ausencia.
Importa que ha llovido
lejos,
que se perdieron las horas
buscando la armonía.

lunes, 18 de enero de 2010

Por alguna razón el tiempo me persigue. Domestica mis impulsos y me acerca a vías de escape superiores. Allí no son murallas ni viaductos sino brazos de mar con ríos que duermen el cansancio en su caricia. Y en el tiempo viajo, como la fina rama de chopo viaja en el agua, sorteando rocas y vegetación salvaje; desequilibrándose en rápidos trepidantes o sesteando en remansos limpios, viendo las jóvenes esbeltas que bañan su desnudez en las aguas claras; compartiendo el griterío infantil o sabiendo que, mas allá, después de los meandros, solo el tiempo espera para recuperar la vida.

miércoles, 13 de enero de 2010

Si hoy tuviera un sueño, serias tú. Y no soñaría ya mas nada. Me llenaría de ti hasta desbordar. Anclaría mi barco frente a la playa y en el agua escribiría tu nombre dejándolo marchar en oleajes. Serias tú el sueño y la vigilia. La tentación, el pecado. Serias lo que pude y lo que quise. Serias la arteria principal de mi sistema. Y un sueño incandescente que mi propio laberinto se ha perdido para no despertar.

sábado, 9 de enero de 2010

Si no supiera que tengo el tiempo preciso para sobrevivir estaría sobrevolando las tormentas que me rondan, mirando lejos, viéndote. Sabiendo permanecer sereno en el instante. Observando la lentitud del tiempo que pasa y sorbiendo el placer de ser invierno.
Os vi tan cerca que no supe si gritar o adentrarme en la selva remota de mi cabeza inquieta a buscar la maravilla de un rostro incandescente. Os vi subiendo la escalera y supe que cada paso se adentraba en mí como la aguja intermitente del cirujano en vilo.
He descubierto en la piel la sonrisa que buscabas y he sido capaz así.

Duerme conmigo y te cantare canciones. Duerme conmigo y sabrás como mi risa se mete dentro de tu cuerpo inundándote. Duerme conmigo y tendré la certeza de estar soñando. Duérmete conmigo y volaremos juntos al aire que rodea nuestros cabellos sueltos

viernes, 8 de enero de 2010

Llamé a la puerta y, al abrirse, una mujer triste me dio la mano. Supe acariciarla hasta la risa. Supo reírse. Por el tacto adiviné la necesidad de ríos, cauces poderosos por los que discurrir. En su tacto quedaron los rescoldos del tacto mío alerta.
Con la risa vino el sol y la primavera. La mujer cabalgó hacia poniente, el pelo suelto, para encontrar castillos de cristal fino y sedas en los que aprender a adorar. En jardines con amapolas, madreselvas y azucenas recobró el color rosado de la piel. Pasó las horas despacio, percibió la nitidez de los sonidos y dejó huir de su garganta un hilillo de voz, un suspiro que por el aire vino a hacerme compañía.
El tiempo, entendido como fragmento de vida transcurrido, discrimina hábilmente entre pasión y deseo. Así, cuando la pasión se desenfrena el deseo revive disminuyendo la sensación de frío en los huesos.