domingo, 31 de mayo de 2009


Es imposible recoger los fragmentos. Ella lo sabe y se apresura. Desde la puesta de sol no quedan más que partes inconexas de recuerdos en desuso. Se hace imprescindible la ausencia de Dios e innecesaria la reencarnación de las almas. Se siente aturdida y duda ante la imagen de un niño sin sombra en busca de preguntas. Una palabra escrita en la pizarra puede transformarse en tormento si llega de muy lejos. El hombre de la risa ha decidido resucitar, se disparan las encuestas y sobrevive la amenaza. Ella, el niño y el miedo recorren el desierto de la sinrazón apresurando el paso que deja atrás la rabia inmensa de una explosión sin orden. Rumores de fiesta detrás de las dunas; banderas, confeti y aplausos desbocados. Ella, el niño y el miedo no quieren olvidar las noches en silencio ni quieren prescindir de los abrazos.
Hay hombres con trajes subidos en coches negros y manos moviéndose sobre las cabezas mientras un perro dormita bajo el árbol. Hombres que recorren avenidas, que suben escaleras y abren las ventanas procurando que el aire viciado se pierda en las aceras, lejos de la piel.
Hay hombres que aún no saben que han desaparecido el árbol, el niño, ella y el perro. Ha quedado el miedo como respuesta, como pretexto, en cada esquina.

sábado, 30 de mayo de 2009

A veces veo venir el tiempo y lo espero sin resignación. Con ansia. Lo veo acercarse como se acercan las cosas que no nos pertenecen. Y trae recuerdos que nunca he sospechado, con pantalones cortos y árboles altos. El tiempo en medio de la ingravidez que me rodea es, a menudo, la razón última por la que sobrevivir. Convertirlo en pasado cuando aun es futuro es la fórmula mágica para retener el presente y no sucumbir a la historia.
Cuando llega lo siento a mi mesa, al tiempo. Y le sirvo en manteles y loza fina: frutas y verduras que cambian de color y se marchitan, con el tiempo. Come con avidez porque siempre, desde siempre, el tiempo ha necesitado el alimento. Se nutre de presentes, del tuyo y del mío, el de Sandra, Julia y Mari Carmen, del de Cesar, José Luís, Martín y Carlos. Su alimento es lo que aun somos por haber sido.
El tiempo me rodea y casi me da besos; es elástico como la piel de un vientre lleno de mujer y suave como el amanecer. Es necesario y sutil. Es la pasión del día en su transcurso.

viernes, 29 de mayo de 2009

Sin verte te recuerdo porque la luz
salió desde tus ojos
para romper el muro de mi futura amnesia.
Te recuerdo en penumbra
pero sonriente.
Alta la mirada,
cayendo hasta mis ojos
con la expresión del tiempo dulce de los besos.
Recuerdo tu figura y la imagino blanca.
Y la percibo húmeda,
perdiéndose de amor entre mis manos.
Te siento en un abrazo y el cuerpo se estremece con solo tu contacto.
Y el contagioso estar que la caricia invoca?
En las nubes dibujo tus rostros
y descubro que son todos mil lunas semejantes.
Todos suspendidos en el aire de una canción que invento.
Todos.
Me veo tan poeta
que soy capaz incluso
de crearte hoy mismo
partiendo de la nada,
depositarte a salvo en las praderas frescas de un paraíso fresco,
verterme por tus poros
para que me poseas.
Y si al abrir los ojos no sé si has regresado,
me siento tan pendiente del desespero eterno
que quiero no volver a conciliar el sueño
por miedo a que se pierdan
los cálidos paisajes suaves de tu cuerpo