sábado, 30 de enero de 2010

Hoy los poemas huyen;
no sé si sabré
hacer los deberes del colegio.
No tengo más palabras que una
y me niego.
Han de ser las palabras las que vengan
a decirme
al oído
lo que hoy siento y ayer sentía.
Las palabras que traen formas de colores largos,
las palabras que traen lo que saben,
lo que hoy
sabemos.

jueves, 28 de enero de 2010

Préstame el color de las montañas
para pasarlo a sepia
y en el marco gris de una guirnalda
colgarlo en la pared de mi deseo.
Acércame la luz de los meandros
que alumbren lo que aun no ha aparecido.
Desbócate en la fauna de los bosques
que aun no siendo noche ya hace frío.

miércoles, 27 de enero de 2010

Prefiero no saber cual es el límite.
Prefiero no sentarme a descansar.
Prefiero no perderme en las mareas.
No quiero que en el fondo de la nada
se pierda este silencio
ni vuelva a ser pasado este presente
ni tenga que perderme en el entorno
que tanto me atormenta.
Prefiero que te calles si con ello
rompemos los tabúes de la raza.
Así, por fin, tendremos tiempo
de darnos ese beso que esperamos,
antes del alba nueva y de la nube
que nos rodea ahora.

martes, 26 de enero de 2010

Otra vez como después del silencio.
Otra vez mirando arriba:
llueve en las nubes
pero los ojos están secos y no manan.
Me gustaría llorar un poco.

lunes, 25 de enero de 2010

Hoy he colgado el corazón del mástil de la antena.
Hoy he mirado
pero arriba había nubes
que sellaban la sonrisa
de aquel hombre.
Hoy he pensado en ti aun más despacio
y al no verte supe
que cada paso andado era una muesca
grabada en el bíceps de mi brazo.
Hoy te he susurrado
y, si has estado atenta,
habrás oído un tono
suave
rozando tus oídos
y deteniendo el aire con suspiros.

sábado, 23 de enero de 2010

Quiero saber que aun te acuerdas
pero dudo.
Dudo del aire que nos separa,
de la luz que no trasluce,
de todo este silencio
que al no saber si estas es tan tremendo.
Me gustaría perder un año
de mi vida en nada
para después pensarlo
y darte un beso.

miércoles, 20 de enero de 2010

Cuerpo, como la cadena que pesa
y pende desde el cielo.
Cuerpo simple, anagrama
del cuerpo mismo en beso.
No sé si el cuerpo es cuerpo
cuando se va,
ni sé si va a ser cuerpo
cuando vuelva.
Cuerpo, sin duda, ahora
¿Pero mañana cuerpo?
Esa chica tiene la sonrisa esculpida en un misterio:
Primera campanada.
Los hombres han salido en busca de su dueña:
Primera campanada en compañía.
Silencio,
no todo es el silencio.
Me vuelvo a ver lo que ha pasado
y al final quedan sonrisas en la escalera.
No importa si mañana llueve:
el camino es largo o corto,
el futuro se rige
por el color de pelo de la ausencia.
Importa que ha llovido
lejos,
que se perdieron las horas
buscando la armonía.

lunes, 18 de enero de 2010

Por alguna razón el tiempo me persigue. Domestica mis impulsos y me acerca a vías de escape superiores. Allí no son murallas ni viaductos sino brazos de mar con ríos que duermen el cansancio en su caricia. Y en el tiempo viajo, como la fina rama de chopo viaja en el agua, sorteando rocas y vegetación salvaje; desequilibrándose en rápidos trepidantes o sesteando en remansos limpios, viendo las jóvenes esbeltas que bañan su desnudez en las aguas claras; compartiendo el griterío infantil o sabiendo que, mas allá, después de los meandros, solo el tiempo espera para recuperar la vida.

miércoles, 13 de enero de 2010

Si hoy tuviera un sueño, serias tú. Y no soñaría ya mas nada. Me llenaría de ti hasta desbordar. Anclaría mi barco frente a la playa y en el agua escribiría tu nombre dejándolo marchar en oleajes. Serias tú el sueño y la vigilia. La tentación, el pecado. Serias lo que pude y lo que quise. Serias la arteria principal de mi sistema. Y un sueño incandescente que mi propio laberinto se ha perdido para no despertar.

sábado, 9 de enero de 2010

Si no supiera que tengo el tiempo preciso para sobrevivir estaría sobrevolando las tormentas que me rondan, mirando lejos, viéndote. Sabiendo permanecer sereno en el instante. Observando la lentitud del tiempo que pasa y sorbiendo el placer de ser invierno.
Os vi tan cerca que no supe si gritar o adentrarme en la selva remota de mi cabeza inquieta a buscar la maravilla de un rostro incandescente. Os vi subiendo la escalera y supe que cada paso se adentraba en mí como la aguja intermitente del cirujano en vilo.
He descubierto en la piel la sonrisa que buscabas y he sido capaz así.

Duerme conmigo y te cantare canciones. Duerme conmigo y sabrás como mi risa se mete dentro de tu cuerpo inundándote. Duerme conmigo y tendré la certeza de estar soñando. Duérmete conmigo y volaremos juntos al aire que rodea nuestros cabellos sueltos

viernes, 8 de enero de 2010

Llamé a la puerta y, al abrirse, una mujer triste me dio la mano. Supe acariciarla hasta la risa. Supo reírse. Por el tacto adiviné la necesidad de ríos, cauces poderosos por los que discurrir. En su tacto quedaron los rescoldos del tacto mío alerta.
Con la risa vino el sol y la primavera. La mujer cabalgó hacia poniente, el pelo suelto, para encontrar castillos de cristal fino y sedas en los que aprender a adorar. En jardines con amapolas, madreselvas y azucenas recobró el color rosado de la piel. Pasó las horas despacio, percibió la nitidez de los sonidos y dejó huir de su garganta un hilillo de voz, un suspiro que por el aire vino a hacerme compañía.
El tiempo, entendido como fragmento de vida transcurrido, discrimina hábilmente entre pasión y deseo. Así, cuando la pasión se desenfrena el deseo revive disminuyendo la sensación de frío en los huesos.