sábado, 27 de febrero de 2010

LUCY

Desde el paso por el volcán las nubes no dejaron de llorar. Caminaron bajo la lluvia con decisión. Nunca antes había ocurrido algo similar. Durante periodos que parecían eternidades, ni una gota de agua caía sobre la tierra. Nadie, en ningún momento optó por el regreso. El código de actuación no contemplaba esos cambios climáticos capaces de hacer que las raíces recuperaran su frescor nutritivo. La tribu partía con el punto final grabado. La genética como brújula. No había motivo para revisión ni duda. Siempre al frente, al norte, guiados por el olor fresco que aparecía en alguna parte.
Bajo la lluvia encontraron al resto del clan. Descansando al abrigo de las rocas de granito que sobresalían en algún punto del camino. Siis permanecía de pie. Sus años no eran excusa para ocultar su poderío y responsabilidad. Rem emitió un gruñido que podría ser un saludo y recostó su cuerpo en la piedra. Lucy estaba sentada mientras Aust dormitaba entre sus piernas.
Emprendieron la marcha cuando más agua se derramaba. El ritmo era más lento que el impuesto por Rem. El grupo se movía más pesado. Entre las rocas erosionadas por el viento y las lluvias, el cauce apenas se apreciaba. Rem recordaba las últimas migraciones, recordaba los chapuzones divertidos de los jóvenes en el agua, el sol asomando detrás de la gran roca momentos antes de percibir la llamada de Siis. Caminaban por los cantos rodados, cerca de la roca, por donde siempre habían caminado. El sonido de las piedras bajo sus pies aparecía amplificado y ascendía. Vieron como un ave sobrevolaba el río.
No tardarían en salvar el último escollo. Un paraíso de frescor. Las paredes verticales, desde la distancia, parecían ir acercándose como dos mejillas en busca del contacto. El camino se hacía mas angosto y empinado, pero más fresco y agradable. En anteriores viajes las enormes rocas en el lecho del río se adornaban con musgos verdes e insectos revoloteando. Nunca el cauce había estado tan escaso.
El ave desapareció tras el ruido y no volvieron a verla. Un sonido de troncos y ramas rompiéndose dio paso al estrépito total. No hubo tiempo para la reacción. El instinto obligó a Lucy a cobijar el cuerpo pequeño de Aust que luego la corriente arrebataría de sus brazos sin fuerza. Manos y pies golpeaban las rocas provocando ecos sordos, amortiguados por el agua. El cauce era ya un mar embravecido por el que rocas, lodos, maderas y ojos asustados navegaban a la deriva y en el que encontrarían reposo muy pronto los pies cansados de la tribu.
Hubo un momento de lucidez mínimo. Imágenes apresuradas que remitían a Pontye Arniao. Deseos de búsqueda, ansias de contacto. Surgían silencios en medio de aquel laberinto de cuerpos y ramas. Los silencios que preceden a la desesperación. Luego, como dos colosos desplomándose, aquellas paredes frías, altas, brillantes gritaron pretendiendo prevenir. Pero los silencios son imperturbables. Las rocas, al caer, dibujaban en el agua surtidores que competían en altura. Por un momento asomó un rostro en superficie y desapareció sin rastro.
Las nubes lloraban un llanto de muerte. En el viento los olores del norte. En la distancia la lava enfriándose, guardando en sus entrañas el paso del tiempo y el recuerdo de la última cópula.

martes, 23 de febrero de 2010

Detuvo las prisas. Aquella era, tal vez, su forma de protegerse de los arrebatos. Un instante inmóvil, desviando la mirada de su línea natural, inmersa en la voracidad de una bocanada de aire que remite a la quietud.

Ojos negros poblando la sonrisa. Manos inquietas entre las ropas. El tiempo detenido en un rincón sin sombra, con el murmullo próximo del agua en las acequias.

Ella merodea las cimas y regresa al reencuentro con lo humano después incluso de haberse comparado con los dioses. Recupera la verticalidad con un suspiro e inicia la marcha con un do menor séptima agudizando un silencio pasajero.

How deep is the ocean?

martes, 16 de febrero de 2010

Tengo una leve sensación de estar perdido. Y estoy triste, sin querer que la tristeza sea contagiosa. Es una tristeza que sale a veces y nada tiene que ver con nadie más que conmigo mismo. Una tristeza blanca en la que aparecen imágenes del pasado y se borra un poco el presente a la espera de más vida si es posible, o de más luz, o de más brisa, o de más aire que respirar, o de más armonía o besos
Una tristeza capaz de detenerme y esperar a que reaccione, nada dolorosa, pero triste al fin, casi como una lagrima, casi como un sollozo.
Entonces vuelo un poco más alto y dejo que pasen debajo de mis ojos las lagrimas que un día no quise verter y siento que es bueno llorar, dejando salir esos trocitos de mi que me faltan
Algunos lo entienden, otros no. Y aparecen ellos, los que están y los que no. Los que solo me dicen palabras tibias y los que desde lejos me están amando.
A veces la tristeza te concede ese placer, el del recuerdo. Otras te deja desposeído del espíritu que siempre te acompañó y sabes que es mejor el silencio, para no contagiar al mundo, porque el mundo es más vulnerable que tu mismo y es misión particular cuidarlo para poder vivirlo.
Los locos son así, pequeñitos y gorditos, capaces de lo más bello pero también de lo más triste. Es mejor no escucharlos porque son contagiosos y pueden ser dolorosos.

sábado, 13 de febrero de 2010

El milagro se produce cuando el recuerdo aparece. Descubres que cuando alguien busca todos buscan pero todo es tan intermitente que los datos, como en una horrible confabulación, se atraen y te atraen hacia una nada desconocida y perturbadora. Suso de Toro emprendió el viaje que quise emprender y llegó al mismo resultado que mi no partida.
Al final, desde lo desconocido, siempre surge la necesidad de demostrar que existes y existieron, pero importa más demostrar sin más. El hombre quiere demostraciones que le acerquen al Dios en el que no cree. El hombre necesita demostrarse a si mismo que la existencia merece la pena y busca en pasados y presentes un haz luminoso por el que desalojar todas las cuestiones.
La búsqueda es el motor que le impulsa a no dejar pasar las horas delante de las ventanas y recogerse a meditar en lo imposible antes incluso de despertarse. Pero lo imposible no siempre se aparece en forma de sueño, a veces es memoria perdida o ansias de saber, respuestas a preguntas que no se han formulado porque la búsqueda misma las va generando.
Y cuando una pregunta nace no tiene claro que desee respuesta, pero si aparece se convierte en milagro y provoca la euforia del reencuentro con uno mismo.

sábado, 6 de febrero de 2010

Cesar

Veinte años son ya mucho tiempo, cada uno de ellos ha pasado dejando un poco de caricia pegada a nuestra piel, han traido la risa de la primavera y color de las flores ya marchitas en otoño; han dejado pasar frente a los ojos imagenes del cosmos en desánimo y al final han vuelto a sentarse a nuestro lado en el banco de madera junto a la iglesia. Veinte años no son pretexto para echarte de menos. Veinte años como quien sube al tranvia y ve pasar ventanas con cortinas, buhardillas con sonidos, ojos detras de escaparates y la luna en pie de guerra.
Al subir, ayer, despacio, te vi sentado en la escalera, esperandome. Tenías en la mano el brillo de los siglos como alimento y mantenias los dedos apretados en espera de alguna pregunta que no llegó. Nos miramos con aquella forma tan nuestra de mirarnos y apenas con un guiño nos metimos de lleno en la posibilidad de crear. Siempre la mano cerrada, saliendo por entre los dedos los rayos de luz que aun hoy ¡ ya veinte años! me iluminan la sonrisa.
Tengo que admitir que me he distanciado y necesito ahora volver a estar más cerca. Reconozco que no siempre estuve contigo y que casi he llegado a olvidarte. Al final siempre volvias con tus rizos despeinados a sentarte en la escalera, la mano cerrada brillando.
Desde aquel casacrón de pino que queria ser barco hasta las olas que han partido, siempre tu presencia fue una lucha. Demasiadas guerras en tu figura pequeña. Demasiado silencio te ha rozado de cerca. Demasiada vida para digerirla en un instante. Siempre tu presencia fue una lucha y en ella no sé si ganamos o perdimos. Te has ido un día con la mano cerrada brillando. Me quedé detrás, mirando tu estela y en reposo. Pasaron las canciones a mi lado y se formaban grupos de ilusión que te aplaudía. Un día no te vi y tuve miedo. Necesitaba buscar el destello de la mano cerrada para guiar un poco los recuerdos y adecuarlos a mi mismo. Somos un recuerdo constante atando los zapatos.

jueves, 4 de febrero de 2010

Cuando anochece se estremecen los pensamientos y reviven como ave fénix desde el polvo. El hombre cansado desata un remolino a su alrededor para protegerse de la metralla pero nada puede evitar la inseguridad. Se hace imposible resucitar lo sublime cuando se ha recorrido el largo trecho que separa la palabra del gesto. Seguida de una mirada la palabra recalibra la situación y la reconduce hacia estadios más seguros, pero ocurre que no siempre el oído percibe el calor de los sonidos y la mente, contagiada, se ve incapaz de razonar cuanto alrededor se teje. Álvaro, en el trance de la desilusión, ensimismado con la imposibilidad de reencuentro, atrajo las manos hacia el pecho y las mantuvo secretas para no pecar. Se impregnó del olor que circunda la soledad y el desánimo. Se vistió de pasado para revivir. Mientras las luces se apagaban, el viento atesoraba la torpeza de un tropiezo en la nada y se diluían en el espacio los trazos de un cuerpo, el mismo que en las noches de insomnio, en el pasado, mostraba sin recato la desnudez traslúcida de una mujer, de un soplo

martes, 2 de febrero de 2010

5 €

El despilfarro no es precisamente la madre de una economía de positivos. Cabe esperar la máxima rentabilidad de todos los valores y sobre todo, como miembros de un sistema de consumo, debemos conseguir que tal rentabilidad no merme ese cúmulo de necesidades que descansan a los pies de la cama.
Es por eso que la propuesta de gasto (5€) lejos de convertirse en una ilusión, se ha vuelto pecado. Con 5€ podría….. podría…. La tentación de la carne, un algo de ludopatía, deportivo subido de grados, cena y champagne….

Señores, ¡por dios!, rentabilidad!!!!

He buscado secadores de pelo, cochecitos a pilas, manuscritos de Gandhi, entradas para el cine, Revistas porno, utensilios de cocina, jabones para el baño, collares y pulseras, viajes a la luna, cremas para el cutis, bolígrafos de colores, agendas de negocios, diccionarios ingles-mongol, sacos de basura, películas de video, espadas samurai,…..

¡5€!

Ya por nada nos piden 5€ aunque nada cueste ya 5€

Y de pronto te encuentras con la paradoja: Poesía. Los poetas, esos seres bajitos y con pelos son capaces de crear algo cuyo precio en el mercado es menor que el de un abre latas, un sacapuntas, unos palitos chinos o la última cinta del Fary

lunes, 1 de febrero de 2010

Lluis

El mar no tiene nombre. Es mar. Y espera impaciente el tacto de tu piel, la caricia de tu mano que explora el aire que regalas, el nombre que le falta y que pretende colgar en su solapa. El mismo que llevas en la tuya, con el frescor salado de una brisa abriendo puertas: la puerta de lo bello, el balcón de lo sensible sobre las olas quietas.
Te precede la sonrisa y tras ella un olor a miel que nos inquieta cuando cruzas la calle, cuando alguien nos dice en voz muy baja secretos que sabemos, cuando encontramos de frente el lenguaje de tus ojos apenas superados en belleza por largas carcajadas que acompañan un giro de tu cuerpo, cuando descubrimos tu urgencia por ponerte de pie y ver el mundo desde la altura.
Todo son pretextos para seguir queriéndote. Descubrir un diente adornando tu sonrisa, observar tus muecas con el sabor dulce de un helado que descubres, aquella mariposa que hemos visto en el jardín, un sonido en el silencio…
Nos compromete seguir con interés la aparición de tu segundo diente, los progresos con las palabras, tus miradas, tu caminar, los llantos, las risas. Nos intriga saber cual será tu color preferido, en que mano llevarás la alegría, cuanto tiempo pasarás mirando al mar. Nos emociona descubrir en tus caricias el sentido de la vida, alargar la mano y rozar la tuya como un ancla que sujeta nuestro barco evitando la deriva. Nos impresiona que estés aquí, en el centro mismo de nuestras vidas, referente de la belleza necesaria.