miércoles, 17 de marzo de 2010

Lloran con toda su energía, mojan las calles y purifican el espacio, se obsesionan. El imperio se duerme mientras ellos alzan los brazos. Las masas se esconden detrás de los buzones. Al mismo tiempo el tren de las cuatro saluda, frente erguida, al Dios sol. Latigazo. Demasiada costumbre, demasiado debate y demasiadas siluetas. Detrás de los matorrales siempre se encuentra un pretexto para sobrevivir; a veces incluso la solución para el cosmos aquejado de "virus deficientes". Los reyes y las mazmorras juegan al póker mientras se descorren todas las cortinas para descubrir a los amantes agazapados en las esquinas, sus cuerpos desnudos y su deseo incontrolable. Los pecados capitales, sin duda.
De pronto sienten pánico, saltan, ríen, se abrazan. Cerveza de calidad. Puede oírse la carcoma, la ira de los dioses. Joven muerto en accidente de moto. Colores, sonidos, luego silencio. Los telescopios montan guardia.

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