martes, 13 de octubre de 2009

De regreso a los sueños corro el riesgo de no entenderlos. Hay noches ensimismadas con la idea de desestabilizar las corazonadas. Imágenes alborotadas con el fin único de diseminar las ideas que van configurándose como una pared alta en construcción. Son noches que, en contra de la seguridad y la creencia, repercuten de forma directa en el día, y ocasiona vientos y algunas lluvias que nadie más aprecia. Es imperdonable la inestabilidad en la cubierta.
El lugar, como siempre era extraño. Catres alineados pegados a la pared, debajo de la escalera. Rostros detenidos. Falta de sonidos. La razón no asimila las condiciones ni sabe muy bien de donde procede el desasosiego. Parece que todo es aceptable por la condición misma. La comprensión como excusa del comportamiento.
Reconozco que las imágenes no solo me impactan en la noche sino que además se apoderan de una parte de mí escondida en el cajón de la cómoda aunque sé de antemano que sucumbirán, que no tienen futuro. Tal vez son simplemente las frutas y manjares que decoran los manteles sobre los que reescribir historias.

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