martes, 3 de noviembre de 2009

Este sol o la forma de mirar en la distancia. Regreso de un dialogo informal con el demiurgo y me presento ante la puerta central del cosmos con la duda incipiente de mi reinserción. Intransigente, me dijo, en invierno y sin sombrero que evite las cicatrices del sol en la piel. Y sin embargo no he recobrado el pánico a la cobardía ni la angustia del sin saber. Debería recordarlo ahora que me invade la quietud de la niebla como un fotograma revelador del niño que sigo siendo. Y del recuerdo deberían surgir astros con bufanda en los que involucrar las ideas. Astros como palomas que atraen los presagios. El demiurgo entonces dejará de ser principio para regresar a los manteles blancos en los que el vino desempolva la desgana y la recubre de brillos que la aíslan. Estaré frente al espejo y subirán pupilas a ver que ocurre. Las manos quietas y el aire escaso.

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