sábado, 17 de octubre de 2009

La sensación a veces me remite a la ausencia
y la ausencia al miedo
y el miedo a la nada
de la oscuridad vacía.
La noche y la tormenta
como pretextos de vida
para saberse heridos
de un arma invisible.
Sentencias que caen sobre el pecho blando
de quien apenas sabe
ni siquiera pretende.
Aire viciado, manos heladas
que cuando se agarran fuerte
se alejan del cuerpo.
Ansias de una alba con pompas de jabón
que en el recodo verde
de aquel camino eterno
quedaron recluidas para la eternidad.
Y el hombre supo que los corazones mienten
cuando acercó la boca y el agua no manaba.
El hombre es laberinto de su razón escasa
es cascada viciada de un río sin tormentas
y sabe que no tiene mas tiempo desde ahora
para sentir que corren vientos en su norte.
Se desahoga siempre en su delirio
y vuelve a retener el hálito que exhala
para que ya nadie sepa
siquiera en un segundo
que hay pieles que se rompen,
miradas apagadas
y un hondo suspiro en la penumbra
camino de su casa.
El mundo a veces es pequeño, otras inmenso,
de lo sublime a lo caótico,
de lo sutil a lo burdo:
la eterna dualidad para la vida y la muerte.
Mejor el silencio para conseguir la calma.
A veces pasa.

1 comentario:

  1. La mujer supo que su corazón estaba siendo aprisionado por las mentiras del hombre, mentiras que ni a si mismo se contaba. Aturdida, requebrajada, se quedó impregnada de la oscuridad que navegaba en su alma...
    Esa frase "los corazones mienten me ha traído a la memoria este retazo... Gracias, porque ahora podré escribir sobre ello. Sigo, si, ahora me hago consciente, sigo aturdida y enegrecida, aún... he de liberar esa espesa mentira...
    Gracias de nuevo.
    Un cariñoso abrazo

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