jueves, 25 de junio de 2009


Tengo la sensación de que hay mariposas alrededor de toda ti, como si estuvieras emanando el néctar de sus ilusiones o como si al mirarte no hubiera más remedio que seguir el rastro que dejas en la tierra
Un bosque de sin razones subidas a lomos de un corazón en calma , un reencuentro con la fortuna de sentir un velo blanco cubriendo la desnudez de los brazos, la convicción de estar presente aun cuando no queda mas universo que el que sale de una boca en constante duda Es la serenidad, dicen, de quien no quiere mas que lo que ya existe, aunque para ello recupera la salvaje silueta del cuerpo entre las ramas.
Estoy un poco espeso.
No son mariposas lo que viene a mi ventana, son colores en movimiento, formas inacabadas que con la luz convierten lo aparente en real. Y si acaso me detengo a observar descubro que además de su silueta traen el silencio colgado de la cintura, el mismo que necesito en las noches de invierno para recordar tu cara la que un día surgió de la penumbra para alumbrar deseos, alimentar caprichos y sustentar, tal vez con la mirada, el poder de lo insaciable, el hambre de corazón abierto entre las aguas, la sonoridad que inunda lo que aun me queda por recorrer a solas, antes de decidir si abrigo una esperanza o recorro a duras penas caminos de ida y vuelta en los que perder las horas.
Tú miras en silencio y siento que no quieres dejar de contemplar el torpe discurrir de letras que ante tus gafas rojas dibujan lo que tal vez deseas. Sientes que con el tiempo se pasan los recuerdos y de ellos nace lo que deseas, el aire viciado, los equinoccios y acaso dragones voladores con formas diferentes.
No queda sin embargo mas nada que este viento por el que se me disparan las ideas y las vierto para que lleguen solas a dormir entre las sabanas aun calientes de tu lecho. Allí descansaran hasta que el día reduzca a casi nada la noche oscurecida. Allí verán salir el sol y sin saberlo verán que desperezas tu cuerpo ante sus ojos, sin el pudor que sientes cuando te digo cosas o te acaricio el cuello, o simplemente miro como discurre el agua sobre tus pechos blancos hasta perderse en mares sin oleajes claros, como tormentas que me llevan a decidir de pronto que mi futuro existe si tu sonrisa sigue


Yo sin embargo sigo aquí pendiente de la razón que me ha llevado a este suicidio solitario de la visión nocturna. Razones que distan mucho de ser aceptadas puesto que fiscales y jueces han decidido de común acuerdo eliminar todo aquello susceptible de sensibilidad. Lo importante, dicen, es que no cunda el pánico, que se recupere la calma lo antes posible y que, de ser necesario, se abran las cárceles para encerrar a todo aquel que infrinja la norma vital de la inocencia perdida
Las sociedades a veces son eso, lo que queda después de uno mismo, lo que se adosa a la roca en las mareas salvajes del atlántico. Las sociedades pierden el tiempo conmigo porque he vuelto a la locura que quise siempre. Fue preciso saltar del árbol y recorrer humedales, viajar por el lecho de un río ya en desuso y subir la montaña sagrada Pero con todo he llegado y al fin no me queda más remedio que reconocer que de esa nada surgió lo que yo quise.
El carcelero se acerca porque no entiende y si en sus manos no estuviera la posibilidad de ser balanza, me sentiría en deuda con él. Pero los carceleros no tienen previsto ser balanza, ni siquiera carceleros. Son.
No se muy bien a que se debe este arrebato de oscuridad. A veces estoy sentado y recuerdo que hay un planeta y un país y una ciudad y un árbol, Siempre desciendo por las ramas para no saber donde estoy. Cada vez que intento recuperar la cordura me siento naufrago, no recuerdo bien si he navegado o estoy en puerto desde siempre, es una sensación a cierta distancia, con la posibilidad de no ser cierta pero con la necesidad de que lo sea. Pocas personas son capaces de asomarse entonces a mi ventana, tengo cortinas con mecanismos extraños que no todos pueden descorrer. Pero oigo voces que me dan parabienes, que se aferran a lo que ven y no a lo que sienten. Me apresuro siempre a poner a buen recaudo cuanto es importante pero siento que algo falta siempre.

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