sábado, 27 de junio de 2009

Pacho


Hoy me acuerdo de él, de su fragilidad, de cuando está y cuando no está. Hoy le veo más frágil, con más miedo, con una sonrisa necesaria pero difícil. ¿Tendrá los ojos cerrados?
Me apoyo en la idea de un viaje con retorno y reto al tiempo para que se pare, con la esperanza de que se olvide del frío. Me siento suspendido e indefenso contra la indecisión.
Mañana miraré de nuevo el mar por ver si en él distingo algunos rasgos conocidos de una anatomía escasa. Quiero que se presente con una vela blanca, henchida de viento.
Entonces será más próspera la sonrisa y mas inevitable el abrazo.
Notaré su cuerpo menudo junto al mío, su voz hablando de Leonardo. “Que curioso”. Y Leonardo junto a él, dibujando cartas por las que navegar en busca de un puerto con sombra.
Hoy me acuerdo de él y, desde lejos, le abrazo muy suave, por si se rompe.

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