jueves, 19 de noviembre de 2009

Por razones de salud el insomnio ha desaparecido de mis contornos. Dentro de las coordenadas de la ilusión caben los momentos de vigilia, aquellos que conllevan la necesidad de callejear en busca de una mata verde de musgo en la piedra dormida de la catedral en trance. La inquietud desaparece cuando por fin alargas el brazo, extiendes los dedos y palpas la suave rugosidad de sus pistilos. Entonces es mujer y se despierta embriagada del éxtasis que extrae del sueño inevitable.

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