
Él supo que era imprescindible:
Reinventar lo vivido,
condescender,
superponer ilusiones y transigir.
La noche se convierte,
de pronto,
en negación de la ausencia.
Ausencia de si mismo.
Ausencia de luz en las farolas.
Aun nos queda tiempo.
De niño sucumbió a la calma de un río
tras recuperar la memoria.
Cuando la fragilidad cesa
aparecen remolinos turbios
con juegos imposibles.
Los juegos de la especie en semifusa
que saben a cereza,
que parten de un suspiro y se nos pierden
donde las flores velan.
Los juegos derivados de la duda,
prendidos de las ramas,
pretextos simplemente,
razón ineludible de la historia
que roza la mejilla.
Reinventar lo vivido,
condescender,
superponer ilusiones y transigir.
La noche se convierte,
de pronto,
en negación de la ausencia.
Ausencia de si mismo.
Ausencia de luz en las farolas.
Aun nos queda tiempo.
De niño sucumbió a la calma de un río
tras recuperar la memoria.
Cuando la fragilidad cesa
aparecen remolinos turbios
con juegos imposibles.
Los juegos de la especie en semifusa
que saben a cereza,
que parten de un suspiro y se nos pierden
donde las flores velan.
Los juegos derivados de la duda,
prendidos de las ramas,
pretextos simplemente,
razón ineludible de la historia
que roza la mejilla.
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